lun. Abr 21st, 2025


EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- Aquella noche del 8 de abril, la pareja de esposos Marisol y Víctor De La Cruz se vistieron de fiesta para ir a bailar a la conocida discoteca Jet Set de Santo Domingo. Víctor iba de traje y sombrero, mientras Marisol llevaba un vestido negro con bordados del color de la arena de playa.

Sería una noche muy especial porque actuaba el cantante Rubby Pérez, un ícono del merengue dominicano que, como ellos, participaba en el club de los Haineros Dorados, un grupo de amigos retirados dispuestos a disfrutar la vida.

Querían bailar como hace 37 años cuando comenzaron un romance que los llevó a compartir toda una vida que estuvo a punto de acabarse cuando a las 12:44 de ese día, el tiempo se detuvo.

«No hubo tiempo de hacer nada. De un segundo para otro se oyó un estruendo y los trozos de cemento cayeron sobre nosotros», relata Marisol a BBC Mundo.

Tras el derrumbe, hubo un instante de silencio y comenzaron los gritos. Marisol quedó atrapada entre los escombros desde las rodillas hacia abajo. «Al lado estaba mi marido con una pared en su espalda, pero estaba oscuro, no se veía nada».

«Yo pregunté, ‘Víctor, Víctor, ¿dónde tú estás?’. Y él me contestó: ‘Estoy aquí’».

Pasaba el tiempo, cuenta Marisol, y como él ya no contestaba, ella comenzó a gritar: «¡se murió mi marido!, ¡se murió mi marido!»

Pero una joven, que también estaba atrapada entre los escombros, le dijo que se quedara tranquila, que su esposo aún estaba vivo. «La muchacha me dijo: ‘Se está moviendo’».

«Quedé completamente enterrado»Marisol y Víctor ven hacia afuera desde un balcón

Los dedos de una mano era lo único que podía mover Víctor de la Cruz tras quedar sepultado bajo los escombros.

«Sentí un golpe en la cabeza y solo me acuerdo que caí boca abajo con la nariz pegada al piso. Quedé completamente enterrado y apenas podía respirar», dice en conversación con BBC Mundo en su casa de Bajos de Haina en Santo Domingo, tras regresar del entierro colectivo de varios de sus amigos con los que esa noche había salido a bailar.

Cuando estaba bajo los escombros, llegó un momento en el que Víctor sintió que se estaba apagando y ya ni siquiera podía contestar los llamados de su esposa.

«Hubo un momento en el que yo hablé con Dios. Le dije: ‘Señor, hágase tu voluntad’. Recé el último Padre Nuestro y me preparé para recibir mi llamado hacia la otra vida. Le dije a mi esposa: ‘Mari, adiós’».

Tras esa despedida, Víctor sintió un movimiento en la pared que lo estaba aplastando. Eran dos policías que habían llegado a rescatarlo. Al principio no pudieron mover el bloque de cemento, pero al tercer intento, lo lograron.Marisol viendo su celular sentada junto a Víctor

Marisol quedó atrapada entre los escombros. «Al lado estaba mi marido con una pared en su espalda», cuenta.

«Me sacaron. Yo lo que necesitaba era coger una bocanada de aire. Luego, en una fracción de segundo miré hacia donde estaba nuestra mesa y vi algo desgarrador, indescriptible».

Se los llevaron en ambulancia a la urgencia del hospital Darío Contreras.

«Es un milagro que esté vivo… es que la vida es muy frágil, muy frágil», dice mirando el suelo. «Nosotros sobrevivimos, pero muchos de nuestros amigos se fueron», explica la dama.

«Vamos a recordarlos, pero no vamos a amargarnos. No sería bueno estar triste, dejar de bailar, dejar de gozar. Vamos a seguir adelante, vamos a seguir gozando, alegres, porque ellos hubieran querido eso».

Esa noche murieron 226 personas en una de las peores tragedias de la historia reciente de República Dominicana. La discoteca Jet Set terminó convertida en una tumba al aire libre, luego que, por razones que aún se investigan, el techo colapsara sobre cientos de personas.

Entre las víctimas había personalidades del deporte, las artes y la política del país caribeño, junto a dominicanos y extranjeros que llegaron al tradicional Lunes de Merengue a «gozar la vida», una frase tan típica de un pueblo alegre que lleva la bachata y el merengue en el corazón de su identidad nacional.



Source link

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *