mar. Abr 22nd, 2025

La tragedia del Jet Set ha dejado una herida profunda en el corazón de la República Dominicana, llevándose consigo vidas que representaban no solo talento y éxito, sino también esfuerzo y dedicación. Lo que debía ser una noche de celebración y alegría se transformó en un escenario de dolor, pérdida y preguntas sin respuestas. Entre las víctimas se encuentran figuras emblemáticas como Rubby Pérez, cuya voz y legado en el merengue resonarán por siempre; Octavio Dotel, un ícono del béisbol que inspiró a generaciones; Sin embargo, no podemos olvidar a quienes, desde el anonimato, también dejaron su huella en esa fatídica noche, como los valet parking, bartenders, DJs, camareros y personal de seguridad, quienes trabajando incansablemente para crear un ambiente de alegría y celebración. Su sacrificio y dedicación merecen ser honrados con la misma solemnidad que las figuras públicas.

En el centro de esta tragedia se encuentra una cuestión fundamental: los derechos humanos de las víctimas y la dignidad humana que nunca debe ser vulnerada, incluso después de la muerte. La Ley No. 192-19 sobre Protección de la Imagen, Honor e Intimidad Familiar Vinculados a Personas Fallecidas y Accidentadas refuerza este principio al prohibir la divulgación de imágenes de personas fallecidas. El respeto por esta legislación no solo es un deber legal, sino un acto de humanidad y empatía hacia quienes han sufrido la pérdida de un ser querido. La difusión irresponsable de imágenes y relatos sensacionalistas no solo hiere a las familias, sino que también perpetúa una cultura de morbo que deshumaniza a quienes han sufrido.

Más allá de las fronteras nacionales, esta tragedia tiene implicaciones de carácter internacional que no deben ser ignoradas. El Jet Set era un símbolo de la cultura dominicana, un espacio donde convergían figuras internacionales y locales, y su colapso pone en evidencia la necesidad de estándares globales en seguridad y gestión de espacios públicos. Además, la atención internacional que ha generado este evento subraya la importancia de fortalecer la imagen del país como un destino seguro. La tragedia también plantea preguntas sobre temas que pueden influir en la percepción global de la República Dominicana y su capacidad para garantizar la seguridad de sus ciudadanos y visitantes.

Este momento de dolor nos llama a la solidaridad, a unirnos como nación para apoyar a las familias de las víctimas y reflexionar nos invita a reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación y la responsabilidad que tienen de informar con veracidad y sensibilidad. Y, sobre todo, nos desafía a construir un país donde la dignidad humana, de vivos y muertos, sea valorada por encima de las primicias y el morbo, donde las tragedias no sean vistas como inevitables, sino como fallas que pueden y deben ser prevenidas.

El Jet Set ya no está, pero su ausencia nos grita la urgencia de cambiar. No podemos devolver las vidas perdidas, pero sí podemos honrarlas. Que esta tragedia sea un punto de inflexión, un llamado a la acción y un compromiso colectivo con un futuro más seguro y más humano. Las lecciones que nos deja el Jet Set y las vidas pérdidas son un recordatorio constante de que el respeto y la memoria deben ser el primer paso hacia la transformación. Respetar la dignidad humana de los fallecidos y mantener su legado vivo es el primer acto de justicia hacia quienes dejaron todo en esa fatídica noche. Además, este evento nos recuerda que la seguridad y los derechos humanos son pilares fundamentales para construir una sociedad que inspire confianza y respeto en el ámbito global.

El autor es abogado, magister en Seguridad y Defensa Nacional, especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional humanitario, doctorando en derecho Administrativo iberoamericano, coordinador del Observatorio de Seguridad y Defensa-RD.

Por: Juan Manuel Morel Pérez.
j.morelperez@gmail.com

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