Rescatistas. (Foto: Félix Lara)
SANTO DOMINGO.– Bajo el ardiente sol del mediodía y la humedad del sereno en la madrugada, decenas de rescatistas dominicanos, a los que luego se agregaron internacionales libran una batalla silenciosa y valiente entre los escombros de la discoteca Jet Set, donde la madrugada del pasado martes colapsó el techo del emblemático establecimiento, dejando más de un centenar de fallecidos y heridos.
Desde el primer momento, el protocolo de emergencia fue activado, y en cuestión de minutos, se desplegaron más de 77 ambulancias, unidades del Cuerpo de Bomberos, personal de la Defensa Civil, Fuerzas Armadas, Digesett, Policía Nacional y el equipo Hurón, especializado en estructuras colapsadas. Su misión: buscar vida donde el concreto lo cubre todo, no detenerse, no rendirse.
El equipo de rescatistas que laboran en la búsqueda de víctimas por la tragedia del Jet Set se encuentran 300 dominicanos, 12 de Puerto Rico y unos 8 desde Israel.
A ellos se han sumado delegaciones de Puerto Rico, México e Israel, que han viajado a República Dominicana con el único propósito de salvar vidas, recuperar cuerpos y solidarizarse con un país herido. Doce bomberos puertorriqueños se integraron desde el miércoles a los trabajos de localización y recuperación de posibles sobrevivientes. También llegaron rescatistas de la comunidad judía de origen mexicano, con corazones dispuestos y manos listas para trabajar codo a codo con los dominicanos.
Cavan, cargan…, con los oídos pegados al suelo, tratando de oír un suspiro, un golpe, una señal. Algunos han orado, con la esperanza de encontrar más ciudadanos con vida.
Las labores se han extendido por casi 48 horas ininterrumpidas. El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) confirmó la madrugada de este miércoles que los esfuerzos continuarían.
Entre lágrimas, desde la madrugada del martes familiares se aferraban a estos héroes anónimos como último sostén de esperanza. Cada movimiento entre los escombros, cada pausa y cada hallazgo es acompañado por el corazón de una nación que mira y agradece.
La tragedia del Jet Set ha dejado una herida profunda, pero también ha revelado el rostro más noble del ser humano: la solidaridad sin fronteras, el heroísmo silencioso y la voluntad de no abandonar a nadie.
Hoy, mientras el país llora a sus muertos y ora por los heridos, aplaude con el alma a quienes, sin esperar nada a cambio, han hecho del rescate su misión sagrada.
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