sáb. May 17th, 2025

La crónicas de una Cámara de Cuentas Anunciada…En mi último artículo, adelanté lo que para muchos ya era un secreto a voces: la nueva Cámara de Cuentas de la República Dominicana ya estaba prácticamente decidida antes de ser votada. Hoy se ha confirmado esa intuición colectiva.

La escogencia de la nueva presidenta del órgano fiscalizador, Emma Polanco, exrectora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), junto a otros cuatro miembros, no ha hecho más que afianzar la percepción de que la institucionalidad muchas veces se vive entre líneas, en una especie de guion previamente redactado.

Y no se trata de cuestionar méritos, porque los currículums pesan. Pero cuando los tiempos políticos, las simpatías visibles y las omisiones del pasado coinciden, es inevitable preguntarse si estamos frente a una pieza más del rompecabezas o ante un verdadero punto de inflexión.

Lo que nos inquieta no es solo quiénes fueron elegidos, sino para qué fueron elegidos. ¿Estamos frente a una Cámara de Cuentas hecha a la medida de los intereses del momento? ¿O realmente habrá un cambio de rumbo, una vuelta a la seriedad, al rigor técnico, a la institucionalidad de verdad?

Porque si algo nos debe preocupar como ciudadanos es la funcionalidad de este órgano. No olvidemos que la Cámara de Cuentas anterior terminó sumida en conflictos internos, auditorías paralizadas y una crisis de confianza sin precedentes. Tan así, que el Congreso tuvo que intervenir. Ahora que este mismo Congreso ha escogido una nueva conformación, entonces tiene la obligación de asumir responsabilidad directa sobre sus actos.

Es por eso que esperamos hechos, no solo gestos. Y para empezar, hay una prueba sencilla pero reveladora: publicar las auditorías que quedaron pendientes, especialmente aquella realizada a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la misma casa de estudios que dirigió la actual presidenta. Esa auditoría nunca fue publicada. ¿Casualidad? ¿Conveniencia? El tiempo lo dirá… o lo debería decir.

Porque si esta Cámara viene a ser más de lo mismo, solo que con mejores modales y discursos elegantes, entonces no habremos avanzado. Pero si, por el contrario, esta nueva gestión decide hablar con datos, señalar sin favoritismos y auditar sin temor, entonces podremos aplaudir no solo su llegada, sino su gestión.

Queremos ver una Cámara que no le tiemble el pulso. Que hable con informes y no con silencios. Que rinda cuentas mientras exige cuentas. Que no se esconda tras tecnicismos ni justificaciones políticas. Queremos ver una Cámara que honre la Constitución y que responda a la gente, no al poder.

Y por eso, hoy más que nunca, hacemos un llamado: que se publiquen todas las auditorías pendientes. Que se abra al escrutinio público lo que la anterior Cámara escondió, encajonó o dejó a medias. Que no se nos venda la transparencia como narrativa, sino como práctica.

A la nueva presidenta y a los miembros que le acompañan: les auguramos éxitos, sí. Pero no por cortesía institucional. Les deseamos éxito porque el trabajo que tienen por delante es titánico. Porque este país necesita creer nuevamente en sus instituciones, y para eso se requiere más que discursos de toma de posesión. Se necesita integridad, valentía y, sobre todo, voluntad de hacer lo correcto, aunque duela.

Que no sea esta la crónica de una decepción anunciada, sino el inicio de una etapa donde la Cámara de Cuentas vuelva a ser temida por los corruptos y respetada por los ciudadanos.

…El congreso la elige, el pueblo la vigila.

Por: Suleica Martínez.

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