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Con una población estimada de 36 millones de personas, los niños de Yemen pasan por una de las crisis más grandes, tal vez la peor, de la historia de la humanidad.
Sin alimentos suficientes, hambre extrema, desnutrición generalizada, inseguridad económica, un sistema de salud frágil, plagado por la escasez de medicamentos, de personal y de equipos, brotes recurrentes de enfermedades, y un conflicto armado activo, entre los hutíes y el Consejo de Liderazgo Presidencial (CLP) apoyados por la Organización para la Cooperación Islámica, que no tiene final.
Diversos informes revelan que Yemen ocupa el segundo lugar entre los países más afectados por el hambre aguda, y millones de yemeníes enfrentan a diario niveles crecientes de desnutrición y pobreza, así como una peligrosa escasez de servicios básicos.
De acuerdo con las Naciones Unidas, la escasez de alimento ha provocado que 2.3 millones de niños afronten malnutrición critica. La educación es escasa y limitada, especialmente para las niñas. La tasa de matrimonio a edad temprana es alta, lo que influye grandemente en que la tasa de fertilidad sea bastante alta.
Todos estos elementos hacen de Yemen uno de los países con peores condiciones de vida del mundo, donde mujeres y niños son las mayores víctimas.
La fragilidad en los grupos más afectados ha aumentado, violencia de todo tipo, incluida violencia doméstica y de género, explotación y abusos, incluidos sexuales, altas tasas de matrimonio infantil, seguido de trabajo infantil forzoso, asesinatos, mutilaciones, y el alistamiento y la utilización de niños como combatientes y en diversas funciones de apoyo de los adultos que forman parte del conflicto.
Ante todo esto, Yemen como Haití, Congo, Sudan, Nigeria y otros países pobres del mundo, no reciben la atención mediática necesaria que podría arrojar luz hacia una de las peores crisis humanitarias del mundo.
La ayuda internacional, aunque necesaria, no es suficiente para sacar al país de una crisis que lleva varios años y múltiples detonantes.
El gobierno oficial yemení “dirige” desde Arabia Saudita. Los Hutíes tienen el control en el Norte del país, la presencia, influencia y el poder del grupo Al-Qaeda en la península Arábiga crece más cada día que pasa.
La economía es un desastre, la crisis humanitaria empeora diariamente, la escasez de agua, las consecuencias del cambio climático, y una población creciendo rápida e indetenidamente, conjugan una combinación peligrosa para cualquier nación, y en este caso a Yemen le quedan pocas opciones.
Yemen necesita ayuda, rápida, efectiva e intencionada, de todo aquel que pueda brindarla. Organismos internacionales, países ricos, el público en general y por supuesto, la población yemení. Medidas drásticas que promuevan e impulsen los sectores económicos, educativo, social, de desarrollo humano y de mejoramiento de las infraestructuras yemeníes.
Prácticas como el impulsar el desarrollo agrícola, a través de la implementación de una agricultura sostenible; la promoción, el mejoramiento y facilitación de la educación, conjuntamente con la ampliación del sistema de salud, y la cooperación de todos los sectores internos del país.
Los niños de Yemen merecen una mejor vida, merecen la oportunidad de recibir educación, servicios de salud y crecer como niños, en comunidades seguras y sin conflictos.
Se estima que alrededor de 12.3 millones de niños yemeníes necesitan ayuda humanitaria urgente, ya que los mismos no tienen acceso a servicios básicos, ni a educación, viven bajo conflictos armados, y carecen de protección para con sus derechos fundamentales.
Por lo que es urgente echarles una mirada y prestarles mayor atención a los niños yemeníes.