dom. Jun 15th, 2025


I. Introducción

El 14 de junio de 1959, mientras Trujillo celebraba sus 30 años en el poder, un avión con insignias falsas de la Fuerza Aérea Dominicana aterrizó en Constanza. Lo que siguió fue una gesta que, según archivos recién desclasificados, fracasó en balas pero triunfó en ideas. Hoy, 66 años después, hallazgos arqueológicos y testimonios inéditos revelan cómo este episodio redefinió la lucha antitrujillista.

II. La gesta: Entre el idealismo y la represión

1. Los hechos en cifras

14 de junio: 54 expedicionarios (dominicanos, cubanos, venezolanos) aterrizan en Constanza. Entre ellos, Enrique Jiménez Moya y Delio Gómez Ochoa.

20 de junio: 169 hombres desembarcan en Maimón y Estero Hondo. Solo 6 sobrevivieron.

2. Torturas y fusilamientos

Como documenta Roberto Cassá en Historia social y económica de la República Dominicana (Tomo II):

«La expedición de junio se saldó en un rotundo fracaso militar. Casi todos los expedicionarios murieron con rapidez o fueron tomados prisioneros, torturados y fusilados en San Isidro por cadetes siguiendo instrucciones de Ramfis Trujillo».

Hallazgo reciente porok (2024): Fotografías inéditas del SIM muestran los cuerpos mutilados en San Isidro, ahora exhibidas en el Museo Memorial de la Resistencia.

3. El error que cambió la historia

El desvío a Constanza (por mal tiempo) evitó que se unieran a guerrillas locales. Arqueólogos de la UASD identificaron en 2021 el sitio exacto del aterrizaje, donde hallaron botones de uniformes y casquillos.

III. Legado: De la tragedia a la semilla

1. Las Mirabal y el 1J4

La brutal represión, lejos de amedrentar, encendió la resistencia. Minerva Mirabal, tras visitar a sobrevivientes en prisión, fundó con Manolo Tavárez el Movimiento 14 de Junio (1J4) en enero de 1960. Cassá lo resume:

> «Por la forma espantosa con que el régimen aplastó a los expedicionarios, sobrevino una reacción instantánea […] hasta converger en la formación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio».

2. Juventud y memoria digital

Proyecto 2025: La Fundación 14 de Junio digitalizará actas de juicios trujillistas, incluyendo testimonios de jóvenes como Leandro Guzmán, torturado a los 19 años.

Ley 6-23: Desde 2023, las escuelas dominicanas deben enseñar la gesta, aunque solo el 30% la implementa (según informe del MINERD, 2024).

IV. Nuevas revelaciones

1. Controversias

¿Apoyo cubano? Documentos de la CIA (2024) confirman que el Comandante de la Revolución Cubana Fidel Castro entregó armas, pero sin entrenamiento táctico.

Infiltrados: El espía «El Griego» retrasó las lanchas, según el libro Junio 1959: Desembarco de la Gloria (Juan Deláncer, 2024).

2. Arqueología de la memoria

En Estero Hondo, un fragmento de la lancha Tinima fue hallado en 2023 con inscripciones de los expedicionarios, ahora patrimonio nacional.

V. Conclusión

La expedición del 14 de junio no murió en San Isidro ni se hundió en las costas de Maimón. Vivió —y sigue viviendo— en las conciencias rebeldes, en los ideales libertarios, en los cánticos estudiantiles de 1961, en el ejemplo de las hermanas Mirabal, y hoy, en la memoria digital que recupera sus rutas y su sacrificio.

Aquellos hombres sembraron patria donde el dictador quiso sembrar miedo. Su sangre no fue en vano: germinó libertad.

Como escribió Jiménez Moya:

«Morir por la patria no es perder, sino sembrar».

Memoria contra el olvido

Debió ocurrir así un 21 de junio de 1959 en El Toro, Puerto Plata.

CUENTO

La yegua, alta y rosilla, se espantó de repente. Mi madre, Mercedes Vargas, experta en montar a caballo, rápidamente pasó su dedo pulgar por toda su cara, en señal de la cruz, y dijo:
—Virgen de la Altagracia, acompáñanos.

Logró sujetar la yegua con su mano izquierda, y con su mano derecha me apretó a sus espaldas. Era un 21 de junio de 1959, y un enjambre de aviones de la armada del tirano Trujillo, en picada, hacían piruetas sobre nuestras cabezas, tratando de cazar los expedicionarios que aún deambulaban por las pequeñas lomas de Maimón.

Íbamos a participar de una velación que, religiosamente, ofrecía el 21 de junio de cada año (no sé a intención de qué santo) la Tía Niña. Allí, a diferencia de años anteriores y posteriores, solo aparecimos públicamente los niños y las mujeres. Los hombres, supuestamente, estaban cuidando de las playas, por instrucciones expresas del tirano. Es todo lo que mi memoria, después de más de medio siglo, registra de aquellos días, que dos años más tarde resultaron gloriosos para el pueblo dominicano.

Este acontecimiento marcó mi vida para siempre. Aquellas cosas que mi padre, Valentín Ciriaco Severino, le narraba a mi madre me inundaban de horror, miedo y terror.
—No puedo soportar eso —le decía—. Ya presos, amarrados con sogas de cabuya y con alambre de púas, los torturaban, los quemaban con hierros o estampas calientes y luego los colgaban de un almendro centenario (creo que aún está allí en la playita de Teco) que funcionaba como fondo del improvisado paredón de fusilamiento, en donde los remataban a tiros limpios. Allí morían… sin decir una sola palabra.

Mi madre, Mercedes Vargas, tomaba su rosario e iniciaba su culto: bolita por bolita, daba vueltas y vueltas en un ritual que se hacía interminable…

Solo unos años después comprendí la historia y entendí el compromiso, el ideal y el propósito que traían para el pueblo dominicano: los expedicionarios del 14, 19 y 20 de junio de 1959.

De todas maneras…

«Al fin y al cabo, las cosas son como uno recuerda que fueron».

Por: Profesor Valentín Ciriaco Vargas.





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