sáb. Jun 7th, 2025


El más elemental manual o tratado que defina las funciones de la comunicación de masas saca a relucir que como parte de su misión de informar, debe tener carácter edificador, formativo, educativo, y orientado a fomentar valores de integridad y responsabilidad social.

}Una comunicación social que no cumpla con esa base del credo no es tal y no deberíamos denominar comunicadores a los oficiantes que no cumplan esas funciones.

El corolario viene a cuenta a propósito de personas que ejercen la comunicación social a través de medios y redes apelando a obscenidades, calumnias y difamaciones totalmente reñidas con los referidos principios fundamentales de la comunicación social.

De viejo sabemos que quien apela al insulto o a la estridencia lo hace porque se sabe en deficiencia argumental para refutar a aquella persona de quien se siente contrario, con lo cual admite sentirse en desventaja.

Por igual quienes acuden a la vocinglería: suben la voz por encima de lo normal, creyéndose que así sus “verdades” suenan más verdades, aunque esa resonancia no pase de sus propios oídos.

Pero esos vicios o defectos “comunicacionales” que antes eran aislados, de un tiempo acá se han vuelto más copiosos en la frecuencia y la intensidad, una peste.

Porque con la irrupción de las redes, en especial de las plataformas YouTube y WhatsApp, muchas personas se dedican a “calentar” y extorsionar a terceros, incluyendo a funcionarios de todas las categorías, para que les den “lo suyo”, beneficios que no devengan honradamente.

Son los que hacen una “comunicación” basada en lo que Faride ha calificado de conductas «abiertamente extorsivas», que en lenguaje llano son logreros, o logreras, y que en el extremo de esos ejercicios calificados como ”sicarios mediáticos”, verdaderos profesionales que actúan para beneficio directamente propio o pagados por otros, sobre todo políticos de mala ley.

Vista la caracterización objetiva de esos falsos “comunicadores”, que realizan su oficio, más bien su feo negocio, a la luz pública, no se entiende cómo los medios ordinarios insisten en llamarles comunicadores.

Denominando comunicadores a esa gentuza que actúa por su interés personal y sus negocios, sin propósitos sociales, los medios de comunicación formales y los verdaderos comunicadores le están otorgando patente de corso a esa gente para que continúe ejerciendo prácticas que deseducan y no que educan, como es misión central de la comunicación con propósito social.

Por: Nelson Marte.





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