Es una consideración que puede ser válida para muchos países y, sobre todo, para muchos gobiernos. La burocracia estatal resulta una traba para el buen desempeño de la gestión pública y lo es igual para la dinámica privada.
Al final no hay dos economías, sólo una en que las actividades y acciones de un sector y del otro se entrelazan. Incluso muchas de las privadas dependen en gran medida del sector oficial.
Incluso, muchas de las iniciativas del oficial quedan retrasadas o fracasadas por las dificultades con que tropiezan los propios gobiernos.
Es claro que es algo que debemos atacar con mayor claridad para lograr la eficiencia y dinamizar la economía.
Y la informalidad es hija de esta realidad.