El 27 de febrero de 1844, un grupo de valientes decidió que su patria merecía ser libre. No tenían riquezas ni ejércitos poderosos, pero sí un arma más fuerte: el amor por su tierra. Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, junto a muchos héroes anónimos, soñaron con un país donde la libertad no fuera solo una palabra, sino una realidad.
Hoy, 181 años después, su legado sigue vivo en cada dominicano que se levanta con el anhelo de un futuro mejor. La independencia no es solo una historia en los libros, es la lucha diaria de quienes trabajan con honestidad, de los jóvenes que estudian para cambiar su destino, de las madres y padres que luchan sin descanso por el bienestar de sus hijos.
Ser dominicano es más que haber nacido en esta tierra. Es sentir el orgullo al ver ondear la bandera, es emocionarse con el Himno Nacional, es llevar en la sangre el ritmo del merengue y la calidez de una sonrisa sincera. Ser dominicano es ayudar al otro sin esperar nada a cambio, es resistir en tiempos difíciles y renacer con más fuerza, porque nuestra historia nos ha enseñado que siempre podemos levantarnos.
Hoy, celebremos con el corazón lleno de gratitud. Recordemos que la independencia no es un regalo del pasado, sino una responsabilidad del presente. Honremos a nuestros héroes siendo ciudadanos comprometidos, construyendo un país más justo, más unido y más próspero.
Porque la libertad no es solo haberla conquistado, es saber mantenerla.