Por Henry Zacarias
El jueves 26 de junio de 2025, un hecho profundamente alarmante ocurrió en el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). A las 11:00 a. m., agentes del J2, organismo de inteligencia del Ejército de la República Dominicana, irrumpieron en las oficinas del Observatorio de Políticas Públicas, ubicadas en el edificio Nueva Universidad, en busca del profesor Fernando Peña, reconocido catedrático y director de dicho observatorio.
Este acto —perpetrado por hombres en un vehículo sin placa— no solo constituye una amenaza directa a la seguridad de un miembro del cuerpo docente, sino una clara y grave violación al fuero universitario, amparado en la Ley No. 5778 del 31 de diciembre de 1961, aún vigente. Este principio consagra el carácter autónomo, libre y soberano de la universidad estatal dominicana y protege sus espacios del ingreso de fuerzas militares o policiales sin previa autorización del Consejo Universitario.
¿Qué es el fuero universitario?
El fuero universitario es un concepto legal y político que protege los espacios universitarios de la injerencia de fuerzas del orden sin autorización institucional. En República Dominicana, está consagrado en la Ley 5778 y responde a una tradición latinoamericana de lucha por la autonomía universitaria como bastión del pensamiento crítico, el debate democrático y la libertad académica.
Su propósito es doble: garantizar la autonomía institucional de la universidad y proteger a sus miembros —profesores, estudiantes y personal administrativo— de represalias o persecuciones políticas. Fue creado como respuesta a los abusos de poder vividos en la historia dominicana, especialmente durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

El regreso de prácticas oscuras: un eco de los “Doce Años” de Balaguer
El accionar del J2 dentro de la UASD recuerda los momentos más oscuros del régimen de Joaquín Balaguer (1966-1978), cuando cientos de estudiantes, profesores y dirigentes universitarios fueron perseguidos, apresados, secuestrados o asesinados por expresar ideas contrarias al oficialismo. Las aulas, los pasillos y hasta las residencias estudiantiles eran invadidas bajo sospechas fabricadas de subversión o terrorismo. Eran tiempos en que ser pensador crítico era sinónimo de enemigo del Estado.
¿Acaso estamos repitiendo ese ciclo? ¿Volvemos a permitir que la inteligencia militar espíe y persiga a los universitarios, esta vez a un académico que ha denunciado abiertamente el ecocidio de la empresa Barrick Gold en Cotuí y la construcción de una presa de cola en El Naranjo?
Un precedente peligroso
La entrada irregular de estos agentes representa no solo una amenaza a la integridad física del profesor Peña, sino también una intimidación a toda la comunidad universitaria. ¿Qué hubiese pasado si lo hubiesen interceptado en un lugar sin testigos? En el contexto de un país con antecedentes de desapariciones forzadas, la pregunta no es exagerada.
Un llamado urgente a la acción
Es imprescindible que el Consejo Universitario se pronuncie enérgicamente. No podemos normalizar que militares violen el espacio académico impunemente. La seguridad de todos los uasdianos está en juego, y la universidad debe ser un santuario del pensamiento libre, no un campo de operaciones de la inteligencia militar.
El fuero universitario no es un privilegio, es un muro de protección democrática que debe ser respetado por todos los gobiernos, independientemente de su signo político. Violentarlo es abrir la puerta al autoritarismo.
La comunidad académica, las organizaciones sociales, los medios de comunicación y la ciudadanía consciente deben alzar la voz. Hoy es el profesor Fernando Peña, mañana podría ser cualquier ciudadano que decida no callar.
Fuente: TVCrónicas/CRÓNICA FM RADIO
Coordinan por Grupo Crónicas: Evangelina de los Santos de la Rosa y Helen M Terrero V