Por Henry Zacarias
El 4 de julio es una fecha que, aunque internacionalmente remite a la independencia de los Estados Unidos, en la historia dominicana se tiñe de luto y dignidad. Ese día, en el año 1861, fue fusilado en El Cercado, San Juan de la Maguana, el ilustre patriota Francisco del Rosario Sánchez, uno de los tres Padres Fundadores de la República Dominicana, junto a Juan Pablo Duarte y Ramón Matías Mella.

Sánchez no murió en cualquier circunstancia. Fue ejecutado por orden del entonces presidente Pedro Santana, quien había consumado la anexión de la República Dominicana a España, traicionando así el ideal independentista conquistado apenas 17 años antes, en 1844. La decisión de Santana marcó un retroceso profundo en la soberanía nacional y dividió al país entre los que apoyaban la anexión y los que, como Sánchez, estaban dispuestos a dar su vida por la independencia absoluta.

Francisco del Rosario Sánchez, tras exiliarse en Haití, regresó con un grupo de valientes con el propósito de enfrentar militarmente la traición de Santana. Su objetivo era restaurar la soberanía nacional, organizar la resistencia y evitar que el suelo dominicano volviera a ser colonia de ninguna potencia extranjera. Fue apresado poco después de su entrada al país y llevado a juicio sumarísimo. A pesar de su heroísmo, o quizá justamente por él, fue condenado sin garantías y fusilado el 4 de julio en la comunidad de El Cercado.

Este hecho marcó un antes y un después en la conciencia nacional. La figura de Sánchez, hasta entonces algo eclipsada por la de Duarte, emergió con fuerza como símbolo de integridad, valentía y coherencia patriótica. Su muerte no fue en vano: sembró la semilla del rechazo popular a la anexión y fortaleció el movimiento restaurador que estallaría apenas dos años después, en 1863, con la Guerra de la Restauración.
Aquel trágico 4 de julio no debe ser olvidado. Más allá del simbolismo global de esa fecha, para los dominicanos representa la fidelidad última a los ideales de libertad. Francisco del Rosario Sánchez murió joven, pero su legado es eterno: no hay soberanía sin sacrificio, y no hay patria sin memoria.
Fuente: TVCrónicas
Coordinan por Grupo Crónicas: Evangelina de los Santos de la Rosa y Helen M Terrero V