lun. Abr 21st, 2025

@saddlerucarolina    carolinasaddler@gmail.com

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha prometido traer la paz al mundo, y sus acciones para detener la guerra ruso-ucraniana indican que sus intenciones son, hasta cierto punto, “serias”, por lo menos con lo relacionado con Rusia y Ucrania.

Durante mucho tiempo se ha especulado de que Trump tiene la mira puesta en el Premio Nobel de la paz, pero me pregunto, ¿podría realmente el Comité Noruego del Nobel otorgarle a Trump el prestigioso galardón?

Establecido por Alfred Nobel, el Premio Nobel representa un afamado reconocimiento a las contribuciones destacadas para con la humanidad en campos como la paz, la literatura, la ciencia y la economía. En el caso específico del renglón Paz, se otorga a figuras que trabajan activamente para proteger los derechos y la dignidad las personas, independientemente de su raza, origen, religión o nacionalidad.

Dados sus altos estándares e historia, otorgar el premio a una figura tan controvertida como Donald Trump plantearía serias preocupaciones que, definitivamente, no podrían ser ignoradas. Si bien sus partidarios argumentan que sus políticas y acciones han contribuido a la diplomacia global, existen numerosas razones por las que sus logros no se alinean con los ideales y el legado del Premio Nobel.

Basándonos en su carácter, historial, y conjunto de delitos, tanto probados como presuntos, Trump nunca, bajo ninguna circunstancia, debería de ser considerado como posible candidato.

Una de las cualidades fundamentales que reconoce el Premio Nobel de la Paz es la promoción de la paz, la estabilidad, y la cooperación entre las naciones. A lo largo de su primer mandato, Trump demostró un enfoque volátil hacia la diplomacia, adoptando a menudo una mentalidad “transaccional” en las relaciones internacionales, cosa que repite en su segundo mandato.

Su enfoque se caracterizó por cambios erráticos en sus políticas, retirada de acuerdos internacionales (como el Acuerdo Climático de París y el acuerdo nuclear con Irán) y una retórica que frecuentemente intensificaba las tensiones con otros líderes mundiales.

Si bien Trump facilitó algunas conversaciones de paz, como las que mantuvo con Corea del Norte, su liderazgo a menudo distanciaba a aliados, y desestabilizaba relaciones que se habían cultivado durante décadas.

La idea de honrar a alguien cuya idea de liderazgo se caracteriza por su impulsión de división en política exterior e imprevisibilidad socava la esencia misma del Premio Nobel, que busca recompensar los esfuerzos que contribuyen a la paz duradera y la estabilidad del mundo.

Otro aspecto crucial del Premio Nobel de la Paz es la promoción y protección de los derechos humanos. Bajo la administración Trump, numerosas acciones y políticas han sido consideradas regresivas en este ámbito.

Desde la controvertida «prohibición de viaje a musulmanes» hasta la separación de familias migrantes en la frontera entre los Estados Unidos y México, las políticas de Trump a menudo provocaron una condena generalizada de organizaciones de derechos humanos de todo el mundo.

El Premio Nobel también reconoce el liderazgo en tiempos de crisis globales, y como todos sabemos, la pandemia del Covid-19 presentó uno de los desafíos de salud pública más graves en la historia moderna, y la respuesta de los líderes del mundo fue crucial para encontrar una solución rápida y preservar vidas.

No obstante, la respuesta de Donald Trump ante la pandemia fue ampliamente criticada por ser inconsistente, minimizar la gravedad del virus y minar el asesoramiento científico de los expertos en salud pública.

La incapacidad de la administración 1.0 de Trump para abordar adecuadamente la crisis, así como sus mensajes contradictorios sobre las medidas de salud pública, contribuyeron a una pérdida innecesaria de vidas, y prolongaron los impactos económicos y sociales de la pandemia.

La administración 2.0 de Trump, ha cometido, está cometiendo y amenaza con cometer violaciones de los derechos humanos, el derecho humanitario y el derecho de los refugiados, lo que muestra el desprecio de Trump por principios fundamentales establecidos para respetar al ser humano, y para mantener la paz mundial.

Un aspecto clave del Premio Nobel es reconocer a los líderes que promueven la unidad y los valores democráticos. Sin embargo, los gobiernos de Trump están marcados por una constante retórica divisiva, polarizada, y erosiva, tanto a nivel nacional como internacional.

Sus declaraciones incendiarias y el uso de las redes sociales a menudo suscitan divisiones sociales, promueven la desinformación y socavan la confianza en las instituciones democráticas y el Estado de derecho. Trump ha sido duramente criticado por exacerbar las desigualdades, que al final perjudican a las comunidades más vulnerables.

Su agenda expansionista, anexionista y de ultraderecha, carcome los esfuerzos por la paz global, mientras aumentan la inestabilidad internacional. La retórica predominante en sus gobiernos, y su desprecio por las sutilezas diplomáticas, distancian a líderes extranjeros, desmejoran la cooperación internacional y dificultan las negociaciones, lo que totalmente incompatible con los valores que el Premio Nobel de la Paz busca honrar.

Los aspectos controvertidos de su liderazgo, en particular su enfoque en la diplomacia, los derechos humanos, la salud pública y la democracia, lo convierten en un candidato improbable para tal honor, pues el Premio Nobel se reserva para personas que encarnan los valores de la paz, la compasión y la cooperación global, cualidades que la presidencia 2.0 de Trump, a menudo, contradice.

Otra de las tantas razones por las que Donald Trump no debería ganar un Premio Nobel es la falta de una contribución significativa y duradera a la paz y/o la cooperación mundial. Nada de lo que ha hecho Trump, ni en su primer mandado, y hasta el momento, ni en su segundo, ha dado lugar a acuerdos de paz significativos que pudiesen mantenerse a largo plazo.

Si será considerado para el premio o no, es incierto, pero el debate pone de relieve la naturaleza compleja y, a menudo, subjetiva de lo que conlleva la diplomacia internacional y el mantenimiento de la paz. Es probable que el Comité del Nobel considere una amplia gama de factores, incluido el impacto general de sus políticas y acciones en la paz y la seguridad mundial, por lo que las probabilidades de que se le tome en consideración son básicamente nulas.

El premio ha sido otorgado a líderes que han logrado avances reales y duraderos para poner fin a conflictos, promover el desarme y fomentar la reconciliación entre naciones. Los esfuerzos de Trump no alcanzan este estándar. El Nobel de la paz no es solo un premio, sino un reconocimiento a personas que han hecho contribuciones extraordinarias a la humanidad y Trump. De hecho, Basándonos en sus actos pasados y sus planes futuros, Trump, nunca ganará, ni debería ganar, el Premio Nobel de la Paz que tanto anhela.

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