dom. Jun 1st, 2025


Diseño: Pedro Ramírez.

EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.- En la cancha fue una guerrera incansable. Hoy, fuera de ella, es una madre entregada. Cosiris Rodríguez, una de las voleibolistas más emblemáticas de la historia dominicana, no solo conquistó medallas y reconocimientos a nivel internacional, sino que también ha sabido asumir con amor y firmeza el más importante de los roles: ser madre.

Desde sus inicios en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1993 en Ponce, Puerto Rico, hasta los podios europeos con clubes como Tenerife Marichal y Hotel Cantur Costa Mogán, Cosiris marcó una historia. Ganó campeonatos en la Superliga española, fue MVP del Abierto de EE.UU. en 2000, Mejor Receptora y Mejor Defensora en los Panamericanos de 2003, y jugó más de 300 partidos con la selección nacional. Hoy, sin embargo, su enfoque está en su hija, a quien considera su mayor logro.

“Ser madre es lo mejor que me ha podido pasar en la vida. Celebro y agradezco a Dios cada día por ese privilegio”, afirmó Cosiris en una entrevista para El Nuevo Diario por el Día de las Madres.

De la cancha al hogar, con el mismo compromiso

El cambio fue total. Cosiris admite que su vida dio un giro enorme con la llegada de su hija. “Desde que me dieron la noticia más hermosa de mi vida, la declaré mi prioridad. Hice todos los ajustes necesarios para que ella nunca fuera sacrificada”, cuenta.

Y si algo tiene claro, es que los valores que la forjaron como atleta también los quiere transmitir en casa. “Disciplina, responsabilidad, compromiso, amor a mi patria, respeto, empatía… todo lo que me hizo ser quien fui y quien soy, eso es lo que quiero enseñarle a mi hija”, asegura.

Aunque su hija todavía es pequeña para entender quién fue su madre en la cancha, ya tiene algunas pistas. “Sabe que soy su madre, pero no quién fui como jugadora. Aunque ya ha visto algunos juegos panamericanos del 2003. ¡Y sí que sabe de medallas y trofeos!”, dice entre risas.

Una decisión firme: ser madre después del deporte

Cosiris nunca quiso ser atleta y madre al mismo tiempo. “Siempre tuve miedo a sacrificar a mi hija, a que no me reconociera si regresaba después de un torneo. Tenía claro que si mi madre, doña Rosa, me crió a mí, yo debía criar a mi hija. Nunca me imaginé entrenando ocho horas y luego siendo mamá. ¡Noooo!”, comenta entre carcajadas.

El mayor regalo: su hija

Cuando se le pregunta por el momento más especial que ha vivido como madre, su respuesta es clara y directa: “¡Todos! Mi hija es… todo.”

También reconoce la importancia de aplicar lo que aprendió de su propia madre. “Valores como la honestidad, la solidaridad, la humildad, la decencia… están escaseando, y yo los aprendí en casa. Es mi deber transmitirlos”.

¿Seguirá los pasos de mamá?

Si su hija algún día decide jugar voleibol, Cosiris ya tiene listo el consejo: “El talento sin trabajo no existe. Sin sacrificios no hay victoria. La repetición hace la perfección. Nunca te conformes con ser una más. Y recuerda: tu mayor rival eres tú misma”.

Como madre, le diría lo más importante: “Estaré para ti siempre, en lo bueno y en lo malo”.

El rol de las madres en el deporte

Para Cosiris, el apoyo de una madre es clave en la formación de una atleta. “Es esencial. Las madres influyen en la confianza, la autoestima, el bienestar emocional. Somos el soporte constante. El apoyo de una madre debe ser incondicional e inquebrantable”, concluye con firmeza.




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