Por Henry Zacarias
Introducción
Las relaciones de pareja pueden ser un espejo íntimo de nuestras heridas no resueltas. Cuando hablamos de que “el niño herido gobierna nuestras relaciones”, nos referimos a una realidad emocional comprobada por la psicología moderna: las experiencias traumáticas o carenciales de la infancia condicionan profundamente la forma en que nos vinculamos en la adultez. Estas heridas forman patrones inconscientes que nos llevan a buscar en nuestras parejas lo que nunca recibimos de mamá o papá: atención, validación, cariño incondicional o límites firmes.
¿Qué dice la psicología profesional?
Desde las teorías del apego (Bowlby, Ainsworth) hasta los trabajos de Alice Miller, John Bradshaw, Carl Jung y más recientemente Gabor Maté, se ha documentado que nuestras experiencias infantiles no solo modelan nuestra personalidad, sino también nuestro estilo de amar. Cuando esas experiencias fueron dolorosas o inconsistentes, crecen dentro de nosotros “niños emocionales” con miedo, rabia, dependencia o ansiedad.

Este niño interior herido no desaparece con la edad; simplemente se oculta tras la máscara del adulto funcional, pero sale a la luz especialmente en momentos de intimidad emocional, como en las relaciones de pareja.
Características del “niño herido” en la pareja
Estudios clínicos y terapéuticos han identificado varios rasgos que coinciden con el listado presentado en el texto original. Aquí se agrupan de manera analítica:
1. Victimización y evitación de responsabilidad
– Se culpa a la pareja de todo lo que va mal.
– Hay resistencia a asumir errores o colaborar en la solución de conflictos.
2. Altas demandas emocionales
– Se necesita constante reafirmación afectiva.
– Nada parece suficiente para llenar el vacío emocional.
3. Relaciones inestables
– Incapacidad de sostener vínculos maduros.
– Intolerancia a la frustración o desacuerdo.
4. Distorsión de la realidad
– Se inventan narrativas para justificar conductas.
– Se manipulan versiones para parecer la víctima.
5. Comportamientos narcisistas o evasivos
– Se busca evadir responsabilidades a través de distracciones (alcohol, excesos, etc.).
– La pareja es vista como objeto de admiración o como amenaza a la autoestima.
6. Control y dependencia
– Celos excesivos, posesividad.
– Miedo extremo al abandono o traición.
¿Por qué se comporta así el niño herido?
El niño interior no busca dañar. Lo que intenta es sobrevivir emocionalmente como lo hacía en su entorno original: adaptándose, mendigando amor, controlando o evadiendo. Todo esto sucede sin una conciencia plena, y por eso muchos adultos dañan sin saber que están repitiendo un guion infantil de necesidad no resuelta.
El problema no es sentir como un niño. El problema es no tener un adulto emocional que le dé espacio, valide sus emociones y lo ayude a crecer.
¿Cómo sanar y enfrentar al niño herido?
Los psicólogos especializados en terapia del niño interior, trauma relacional y apego coinciden en que es posible transformar esta dinámica, pero requiere trabajo personal profundo y sostenido.
1. Aceptar y reconocer
– El primer paso es reconocer la existencia del niño interior.
– Observar con honestidad los patrones repetitivos en tus relaciones.
2. Asumir responsabilidad emocional
– Dejar de culpar a otros por lo que sentimos o hacemos.
– Empezar a responder como adultos aunque el impulso infantil emerja.
3. Terapia especializada
– Trabajar con terapeutas que integren técnicas como Inner Child Healing, Terapia Gestalt, IFS (Internal Family Systems), EMDR o Terapia del Apego.
– Muchos sanadores recomiendan ejercicios de visualización y cartas al niño interior.
4. Autocuidado y reparenting
– Convertirte en la madre o padre que necesitaste.
– Practicar el autocuidado emocional, límites sanos, descanso y validación interior.
5. Romper el patrón de victimismo
– No repetir el guion de “yo soy bueno, todos me abandonan”.
– Reconocer cómo nuestras acciones impactan a quienes más amamos.
Conclusión
Cuando el niño herido gobierna nuestras relaciones, la intimidad se convierte en campo de batalla, y el amor en un refugio inestable. Pero sanar es posible. Se trata de construir un puente entre ese niño asustado y el adulto consciente que hoy puede contenerlo, amarlo y cuidarlo.
El proceso no es inmediato ni cómodo, pero sin duda es el camino más liberador que puede emprender una persona. Porque solo cuando el adulto amoroso gobierna la relación, el amor deja de doler, y comienza a sanar.

Recursos recomendados
- Libros:
- “El drama del niño dotado” – Alice Miller
- “Volver a casa” – John Bradshaw
- “Cuando el cuerpo dice no” – Gabor Maté
- Terapias:
- Terapia del Niño Interior (con psicólogo certificado)
- Internal Family Systems (IFS)
- Mindfulness y Somatic Healing
- Frase para recordar: “No es tu pareja quien te daña, es tu herida que no has sanado la que reacciona.”
Fuente: Externa
Coordinan por Grupo Crónicas: Evangelina de los Santos de la Rosa y Helen M Terrero V