La diplomacia está llamada a jugar un papel extraordinario en las actuales circunstancias en que estamos envueltos. Sobre todo, porque es probable que en los cálculos de sectores influyentes en la economía y la política puede pensarse que solos se puede salir a camino.
Después de la guerra tenemos que dialogar, bien porque hayan vencidos en las batallas o porque los vencedores se reparten lo conquistado.
Este es un mundo más cifrado en los negocios, y la naturaleza de la guerra bien puede considerarse en ese plano, lo que tampoco tiene sentido si lo miramos con inteligencia y sabiduría.
Cierto que la diplomacia bien armada resulta muy persuasiva, pero lo genial de la diplomacia es que muerde y sopla.