sáb. Jun 21st, 2025


Por P. Robert Brisman


Merece nuestra atención el referido artículo, publicado en el diario digital Acento el 16/6/2025, y nuestra reacción a algunos de sus planteamientos.

1. Reconoce el autor: «el mundo de hoy está marcado por movimientos de personas cada vez más complejos. Y, efectivamente, a problemas complejos hay que aplicar medidas y soluciones complejas. La migración siempre ha existido porque siempre ha habido unos pocos países que tienen todo o casi todo, mientras otros carecen de muchas cosas y bienes fundamentales. Esto provoca el éxodo temporal o permanente.

2. El autor señala el concepto de «seguridad humana». Este es un término que se inventó la ONU, como siempre, para disfrazar lo que ellos mismos hacen desde su edificio seguro en NY y manipular el lenguaje. Este término lo aplican solamente a los migrantes. Pero, ¿y qué pasa con la seguridad humana de los ciudadanos del país al que llegan? ¿Ellos no califican para ese la “seguridad humana”? ¿O aplica solamente para los que llegan y no para los que son o están en el país de llegada?

3. Habla el autor de «romper con la división tradicional de seguridad centrada en el poder militar y el control estatal». Hay que recordar que las fronteras existen para resguardar y proteger a los países y por eso existen las leyes migratorias, para su protección. La migración es un tema primariamente político de los Estados. Los Estados, los Gobiernos, no son ONG ni instituciones que se mueven primeramente por una actitud de compasión y caridad. Los Estados tienen el deber y la responsabilidad de velar y proteger en primer lugar a sus ciudadanos; así como el derecho a establecer qué tipo y cantidad de inmigrantes necesitan o pueden recibir. La visión o enseñanza de la Iglesia sobre este tema es de protección de la dignidad humana, de justicia con apego a las leyes y al bien común, enseñanza católica que este sacerdote no menciona para nada. ¿Por qué no hace referencia a la doctrina católica sobre la migración? No es «jurisdicción» de la iglesia establecer leyes en este ni otro ámbito de política de los Estados. La iglesia nunca ha propuesto ni defiende ni promueve lo que se llama «política de fronteras abiertas». Eso es un suicidio para los Estados.

4. Menciona el autor el término «lógica securitaria», que reduce la migración a una cuestión de amenaza: amenaza del otro sobre el orden nacional. Y añade como pregunta: ¿No es esta la característica de la actual política migratoria dominicana? Pues sí, así es. Y es que la migración también tiene ese elemento de seguridad, porque no todos los inmigrantes vienen a RD o a otros países, a trabajar honestamente, ni se insertan en el país de acogida, ni respetan sus costumbres ni cultura. Y es verdad que, cuando se aplican las deportaciones, se puede caer —y, de hecho, se incurre— en abusos o maltratos contra migrantes. Sin embargo, eso es parte de los riesgos, porque ese método, si no es el más perfecto, sí es uno de los que establece la ley para el control migratorio.

5. Dice el autor: «una política migratoria en clave de seguridad humana parte de otra premisa: los migrantes no son una amenaza, sino personas en situación de vulnerabilidad cuya dignidad debe ser protegida». Y difiero de esta afirmación. Cuando un extranjero viola la ley migratoria del país al que llega, ha cometido delito y tiene que ser judicializado. Las leyes migratorias existen en los países para su protección y la seguridad interna y de sus ciudadanos. En la migración también se cuelan delincuentes, narcotraficantes, secuestradores, violadores, traficantes de personas mayores, niños y niñas, terroristas, etc.

Por otro lado, este sacerdote carga el dado de la migración al país receptor. Pero, no dice ni menciona para nada la responsabilidad que tienen los países —en este caso Haití—, de velar por la seguridad, bienestar y derechos de sus ciudadanos en su país. ¿Por qué no pregunta las razones por las que las autoridades haitianas no ofrecen ni velan por el bienestar y seguridad de sus hospitales y escuelas en Haití? Tampoco señala que ni siquiera les otorgan documentos de identidad. Para nada este autor menciona ese punto o no hace referencia a Haití. Así hace responsable absoluto de la crisis migratoria haitiana a RD.

6. Está más que claro que la RD no puede echarse encima la crisis haitiana. No puede RD decir «vengan los que quieran que aquí les damos todo y gratis». ¡Jamás! ¿Y dónde queda el acceso a la atención de salud, educación, justicia, etc. de los dominicanos? Y es que por algo y para algo pagamos nuestros impuestos. ¿Identidad legal? Sí, siempre y cuando lo hagan cumpliendo la ley migratoria dominicana, especificada en nuestra Constitución. Por otro lado, ¿por qué este sacerdote no exige identidad legal para los ciudadanos haitianos en su país? Ah, no, verdad. Pero se la exige a RD. Dice el derecho que «una ilegalidad no produce una legalidad». Así no.

Definitivamente en este tema de la migración, es imposible tener o dar unos lineamientos exactos y puntuales. Nunca llegaremos a una unificación de criterios. El multiculturalismo que se viene proclamando, auspiciando e imponiendo desde organismos extranjeros como la ONU, UE y sus satélites de ONG, es un fracaso demostrado. Y ya los Gobiernos y la población se dieron cuenta de esto; y, por eso, están reaccionando para detenerlo y volver al control de sus fronteras y protección de sus ciudadanos.

Todo Estado tiene la obligación de proteger sus fronteras; y todo extranjero que quiera ingresar a un país debe hacerlo cumpliendo las leyes de ese país al que quiere llegar. NO hay ni existe el derecho a migrar. Lo que sí debería existir es el derecho a no migrar; que los ciudadanos de sus países no tengan que salir forzados de sus países porque en ellos no encuentran ni tienen seguridad, protección y bienestar. Pero eso puede que sea una utopía. La realidad es que RD no está ni tiene las condiciones de absorber a todos los inmigrantes haitianos que quieran venir hacia acá. Esto ha traído problemas de casi colapso del sistema de salud, educación, trabajo, justicia, etc. Tampoco tenemos las condiciones para aceptarlos en condición de «refugiados»; porque, si esto sucediera, casi todo Haití sería refugiado y se mudaría para RD.

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL debe ya dejar de poner paños tibios y dejar de hacerse la desentendida con la crisis haitiana. Solo se quedan en las palabras y lo único que han hecho es poner paños tibios con una delegación policial keniana que no ha dado los resultados esperados de control de las bandas que asedian esa población; porque tampoco a ellos les han cumplido con lo que les prometieron. Saben —pero no les importa— que la crisis haitiana no solo es de Haití, sino que es un problema regional. Le han dejado el mayor peso de responsabilidad a su vecino, RD; porque, para ellos, es mucho más fácil contener esa población en una isla, que tenerlos diseminados en diferentes países.

Todos defienden a los haitianos, pero nadie los quiere en su territorio. ¿Por qué será? Pregúnteles a los gringos, a los mexicanos, a los chilenos, a los bahameños, canadienses, franceses, al Vaticano, etc.

Ya basta de seguir haciendo culpable y señalando a la RD de la desgracia de Haití. Más bien, seamos honestas todas las naciones y tratemos de ayudar a esa gente a que se interese por su país y lo desarrollen. RD sigue siendo el país más solidario con ese pueblo, y no se nos puede exigir más de lo que podemos ofrecer sin menoscabo de los ciudadanos dominicanos.

Y sorprende sobremanera que el autor del referido artículo, aun siendo sacerdote católico, no mencione ni cite para nada la enseñanza de la Iglesia católica sobre la migración —que ya cuenta con bastante material—, ni contextualice en ella su análisis.

La mayoría de las ONG que allí están, solo ven en Haití un botín para sus ganancias económicas —millones y millones de dólares y euros que no se sabe dónde están ni a qué bolsillos se fueron—, robándose gran parte del dinero que envían junto a los que tienen de «pantalla de autoridades».

Merece nuestra atención el referido artículo, publicado en el diario digital Acento el 16/6/2025, y nuestra reacción a algunos de sus planteamientos.

1. Reconoce el autor: «el mundo de hoy está marcado por movimientos de personas cada vez más complejos. Y, efectivamente, a problemas complejos hay que aplicar medidas y soluciones complejas. La migración siempre ha existido porque siempre ha habido unos pocos países que tienen todo o casi todo, mientras otros carecen de muchas cosas y bienes fundamentales. Esto provoca el éxodo temporal o permanente.

2. El autor señala el concepto de «seguridad humana». Este es un término que se inventó la ONU —como siempre—, para disfrazar lo que ellos mismos hacen desde su edificio seguro en NY y manipular el lenguaje. Este término lo aplican solamente a los migrantes. Pero, ¿y qué pasa con la seguridad humana de los ciudadanos del país al que llegan? ¿Ellos no califican para ese la “seguridad humana”? ¿O aplica solamente para los que llegan y no para los que son o están en el país de llegada?

3. Habla el autor de «romper con la división tradicional de seguridad centrada en el poder militar y el control estatal». Hay que recordar que las fronteras existen para resguardar y proteger a los países y por eso existen las leyes migratorias, para su protección. La migración es un tema primariamente político de los Estados. Los Estados, los Gobiernos, no son ONG ni instituciones que se mueven primeramente por una actitud de compasión y caridad. Los Estados tienen el deber y la responsabilidad de velar y proteger en primer lugar a sus ciudadanos; así como el derecho a establecer qué tipo y cantidad de inmigrantes necesitan o pueden recibir. La visión o enseñanza de la Iglesia sobre este tema es de protección de la dignidad humana, de justicia con apego a las leyes y al bien común, enseñanza católica que este sacerdote no menciona para nada. ¿Por qué no hace referencia a la doctrina católica sobre la migración? No es «jurisdicción» de la iglesia establecer leyes en este ni otro ámbito de política de los Estados. La iglesia nunca ha propuesto ni defiende ni promueve lo que se llama «política de fronteras abiertas». Eso es un suicidio para los Estados.

4. Menciona el autor el término «lógica securitaria», que reduce la migración a una cuestión de amenaza: amenaza del otro sobre el orden nacional. Y añade como pregunta: ¿No es esta la característica de la actual política migratoria dominicana? Pues sí, así es. Y es que la migración también tiene ese elemento de seguridad, porque no todos los inmigrantes vienen a RD o a otros países, a trabajar honestamente, ni se insertan en el país de acogida, ni respetan sus costumbres ni cultura. Y es verdad que, cuando se aplican las deportaciones, se puede caer —y, de hecho, se incurre— en abusos o maltratos contra migrantes. Sin embargo, eso es parte de los riesgos, porque ese método, si no es el más perfecto, sí es uno de los que establece la ley para el control migratorio.

5. Dice el autor: «una política migratoria en clave de seguridad humana parte de otra premisa: los migrantes no son una amenaza, sino personas en situación de vulnerabilidad cuya dignidad debe ser protegida». Y difiero de esta afirmación. Cuando un extranjero viola la ley migratoria del país al que llega, ha cometido delito y tiene que ser judicializado. Las leyes migratorias existen en los países para su protección y la seguridad interna y de sus ciudadanos. En la migración también se cuelan delincuentes, narcotraficantes, secuestradores, violadores, traficantes de personas mayores, niños y niñas, terroristas, etc.

Por otro lado, este sacerdote carga el dado de la migración al país receptor. Pero, no dice ni menciona para nada la responsabilidad que tienen los países —en este caso Haití—, de velar por la seguridad, bienestar y derechos de sus ciudadanos en su país. ¿Por qué no pregunta las razones por las que las autoridades haitianas no ofrecen ni velan por el bienestar y seguridad de sus hospitales y escuelas en Haití? Tampoco señala que ni siquiera les otorgan documentos de identidad. Para nada este autor menciona ese punto o no hace referencia a Haití. Así hace responsable absoluto de la crisis migratoria haitiana a RD.

6. Está más que claro que la RD no puede echarse encima la crisis haitiana. No puede RD decir «vengan los que quieran que aquí les damos todo y gratis». ¡Jamás! ¿Y dónde queda el acceso a la atención de salud, educación, justicia, etc. de los dominicanos? Y es que por algo y para algo pagamos nuestros impuestos. ¿Identidad legal? Sí, siempre y cuando lo hagan cumpliendo la ley migratoria dominicana, especificada en nuestra Constitución. Por otro lado, ¿por qué este sacerdote no exige identidad legal para los ciudadanos haitianos en su país? Ah, no, verdad. Pero se la exige a RD. Dice el derecho que «una ilegalidad no produce una legalidad». Así no.

Definitivamente en este tema de la migración, es imposible tener o dar unos lineamientos exactos y puntuales. Nunca llegaremos a una unificación de criterios. El multiculturalismo que se viene proclamando, auspiciando e imponiendo desde organismos extranjeros como la ONU, UE y sus satélites de ONG, es un fracaso demostrado. Y ya los Gobiernos y la población se dieron cuenta de esto; y, por eso, están reaccionando para detenerlo y volver al control de sus fronteras y protección de sus ciudadanos.

Todo Estado tiene la obligación de proteger sus fronteras; y todo extranjero que quiera ingresar a un país debe hacerlo cumpliendo las leyes de ese país al que quiere llegar. NO hay ni existe el derecho a migrar. Lo que sí debería existir es el derecho a no migrar; que los ciudadanos de sus países no tengan que salir forzados de sus países porque en ellos no encuentran ni tienen seguridad, protección y bienestar. Pero eso puede que sea una utopía. La realidad es que RD no está ni tiene las condiciones de absorber a todos los inmigrantes haitianos que quieran venir hacia acá. Esto ha traído problemas de casi colapso del sistema de salud, educación, trabajo, justicia, etc. Tampoco tenemos las condiciones para aceptarlos en condición de «refugiados»; porque, si esto sucediera, casi todo Haití sería refugiado y se mudaría para RD.

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL debe ya dejar de poner paños tibios y dejar de hacerse la desentendida con la crisis haitiana. Solo se quedan en las palabras y lo único que han hecho es poner paños tibios con una delegación policial keniana que no ha dado los resultados esperados de control de las bandas que asedian esa población; porque tampoco a ellos les han cumplido con lo que les prometieron. Saben —pero no les importa— que la crisis haitiana no solo es de Haití, sino que es un problema regional. Le han dejado el mayor peso de responsabilidad a su vecino, RD; porque, para ellos, es mucho más fácil contener esa población en una isla, que tenerlos diseminados en diferentes países.

Todos defienden a los haitianos, pero nadie los quiere en su territorio. ¿Por qué será? Pregúnteles a los gringos, a los mexicanos, a los chilenos, a los bahameños, canadienses, franceses, al Vaticano, etc.

Ya basta de seguir haciendo culpable y señalando a la RD de la desgracia de Haití. Más bien, seamos honestas todas las naciones y tratemos de ayudar a esa gente a que se interese por su país y lo desarrollen. RD sigue siendo el país más solidario con ese pueblo, y no se nos puede exigir más de lo que podemos ofrecer sin menoscabo de los ciudadanos dominicanos.

Y sorprende sobremanera que el autor del referido artículo, aun siendo sacerdote católico, no mencione ni cite para nada la enseñanza de la Iglesia católica sobre la migración —que ya cuenta con bastante material—, ni contextualice en ella su análisis.

La mayoría de las ONG que allí están, solo ven en Haití un botín para sus ganancias económicas —millones y millones de dólares y euros que no se sabe dónde están ni a qué bolsillos se fueron—, robándose gran parte del dinero que envían junto a los que tienen de «pantalla de autoridades».





Source link

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *