Sólo las almas llenas de purezas pueden filosofar. Aquellas que viviendo por cambiar la realidad aprenden de sus propias experiencias y las ajenas.
José Pepe Mujica fue un joven guerrillero urbano, fue de Los Tupamaros. Pasó más de una década encarcelado en situaciones extremas. Ahí aprendió que quien no es feliz con poco no es feliz con nada.
Alcanzó la Presidencia de la República en Uruguay, su patria querida, adquiriendo el calificativo de ser el mandatario más pobre del mundo, cosa que él contravenía indicando que tenía todo lo que necesitaba para vivir.
Lo conocí en ciudad México y parecía con su alma expuesta para visibilizarla. Fue un hombre honrado y aprendió a filosofar sin renunciar a nada.
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