lun. Jun 16th, 2025

Cuando pienso en las habilidades que han marcado la diferencia en mi vida personal y en mi carrera diplomática, hay una que sobresale: la empatía. Una habilidad tan sencilla en apariencia, pero tan poderosa que puede cambiar el rumbo de una conversación, fortalecer una relación o abrir una puerta que parecía cerrada.

A lo largo de más de dos décadas de servicio diplomático, he aprendido que las habilidades sociales no son un lujo: son una necesidad. En la diplomacia, claro, pero también en cualquier escenario de la vida diaria. Y de todas ellas, la empatía ocupa un lugar central.

Recuerdo un momento que me dejó una impresión profunda. En uno de mis primeros actos oficiales como edecán, fui asignado para acompañar a una delegación de un país muy importante. Me sentía emocionado, honrado y, sobre todo, muy consciente de que mi deber era servir con respeto y protocolo.

Al salir de la ceremonia, bajo un calor sofocante, nos acercamos al vehículo asignado. El embajador, visiblemente incómodo por el clima, abrió una pequeña nevera portátil y extrajo unos vasos. Mi instinto fue inmediato: me ofrecí para servirle, creyendo que era lo correcto según el protocolo. Pero él, con una sonrisa amable, negó mi ofrecimiento. Antes de servirse a sí mismo o a su acompañante de alto rango, me sirvió a mí primero, y luego al chofer que nos acompañaba. Ese pequeño gesto, detenerse, reconocer al otro, actuar con sencillez y humanidad más allá de los títulos, me marcó para siempre.

Ese día entendí que una de las maneras más poderosas de fortalecer nuestras relaciones es hacer sentir importantes a las personas: observándolas de verdad, escuchándolas con atención genuina y demostrando, con pequeños gestos, que sus palabras y acciones sí importan.

Mostrar empatía no es solo prestar el oído: es prestar el corazón. Y una forma práctica de empezar a cultivarla, y te invito a probarlo hoy mismo, es esta: no respondas solo a las palabras que escuchas. Respóndele a la emoción que intuyes detrás de esas palabras. Cuando alguien te comparta algo, en lugar de reaccionar automáticamente, conecta con su emoción. Una respuesta tan simple como “Parece que esto significa mucho para ti” o “Se nota cuánto te afectó” puede crear una conexión real y profunda.

En un mundo cada vez más acelerado y disperso, la empatía es un verdadero superpoder. No solo fortalece nuestras relaciones: cambia la manera en que lideramos, negociamos, trabajamos en equipo y vivimos.

La empatía es el arte olvidado que necesitamos recuperar. Y lo mejor es que no depende de grandes talentos. Depende simplemente de estar presente, mirar a los ojos, escuchar de verdad y actuar como si el otro importara… porque importa.

En próximas entregas, seguiré compartiendo contigo otras habilidades sociales esenciales para fortalecer tus relaciones, liderar con autenticidad y navegar los desafíos de la vida con mayor éxito.

¿Qué pequeño acto de empatía podrías regalarle hoy a alguien cercano?

Por: Alfredo Stefan.

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