vie. Jun 13th, 2025

Por Henry Zacarias

Ahmedabad/Santo Domingo, RD. ( (12 de junio de 2025).-Un Boeing 787‑8 Dreamliner de Air India con 242 personas a bordo se estrelló poco después de despegar de Ahmedabad hacia Londres-Gatwick. La aeronave apenas alcanzó 625 ft (190 m) antes de desplomarse sobre una zona residencial y el campus del BJ Medical College, desencadenando una deflagración intensa que causó diversas víctimas en tierra. Hasta ahora solo se ha reportado un sobreviviente: un ciudadano británico.

Este accidente marca el primer siniestrado mortal en un Dreamliner desde su entrada en servicio en 2011, y ha reavivado las preocupaciones sobre la seguridad de Boeing.


🧩 ¿Por qué resuenan las denuncias de John Barnett?

Quién era él:

John Mitchell Barnett, exdirector de calidad de Boeing en Carolina del Sur, se convirtió en denunciante (whistleblower) tras exponer ante la FAA graves irregularidades en la producción del 787: piezas defectuosas, controles omitidos, documentación falsificada y sistemas de emergencia inseguros hasta en un 25% Barnett afirmó rotundamente:

“No he visto un solo 787 de Charleston que yo certificaría como aeronavegable”.

En marzo de 2024, pocas horas después de testificar, fue hallado muerto en un aparente suicidio con un disparo en su vehículo, a pocos metros de un hotel en Charleston. Si bien la causa oficial fue catalogada como suicidio, allegados relataron que Barnett advirtió:

“Si me pasa algo, no fue suicidio” .

⚠️ Cómo el accidente AI171 refuerza las alertas

  • En la tragedia de Ahmedabad, cuando el avión apenas despegaba, se observó que el tren de aterrizaje aún estaba extendido y los flaps no habían sido replegados correctamente, condiciones que dificultan el ascenso en altas temperaturas y carga completa.
  • Estos factores técnicos concuerdan con los errores de manufactura y control deficientes destacados por Barnett.
  • Además, Boeing y la FAA habían registrado en 2017 al menos 53 piezas “no conformes” desaparecidas durante inspecciones en Charleston, respaldando una parte de sus denuncias.

📉 Boeing en el ojo del huracán

  • Las acciones de Boeing cayeron más del 4.8 % tras el accidente, con inversores y reguladores exigiendo respuestas rápidas.
  • Tras escándalos previos —como dos accidentes mortales del 737 Max (2018–2019) y una puerta que se desprendió de un 737 Max 9 a inicios de 2024—, este accidente representa un nuevo golpe a la confianza pública .

❓ ¿Coincidencia o patrón?

La muerte de Barnett, junto a otros denunciantes ignorados (como Sam Salehpour o Richard Cuevas), y recientes siniestros con aviones Boeing, exigen preguntas urgentes:

  • ¿Estamos ante la consecuencia de una cultura corporativa que prioriza la producción sobre la seguridad?
  • ¿Se silencia a los informantes que advierten sobre fallos críticos?
  • ¿Puede una empresa con tanto poder técnico y económico fallar tan gravemente en controles claves?

📝 Conclusión

La caída del vuelo AI171 de Air India no es sólo otra tragedia aérea: es un espejo que refleja las alarmas que John Barnett lanzó y por las que entregó su vida. La consistencia entre sus denuncias y las evidencias iniciales del accidente —componentes fuera de lugar, procedimientos ignorados— exige una investigación exhaustiva y renovada regulación de transparencia.

Estados, reguladores y pasajeros merecen respuestas, no excusas. La muerte —de pasajeros, de estructuras de seguridad, de denunciantes— no puede ser sólo símbolo de un modelo defectuoso. La vida de John Barnett y cientos de inocentes lo exigen.

¿Quién cuida al que nos cuida? ¿Quién controla al poder corporativo cuando se trata de vidas humanas?

A un mes y cuatro días de la tragedia del Jet Set que estremeció a República Dominicana, la detención de Antonio Espaillat —dueño de una de las cadenas radiales más poderosas del país— vuelve a sacudir la conciencia colectiva. Pero esta no es una noticia aislada ni un caso más de “figura pública en desgracia”. Es, quizás, otra pieza del mismo rompecabezas de negligencia, silencio institucional y una cultura que muchas veces sacrifica la vida humana en nombre del rendimiento, la imagen y el dinero.

Hoy, mientras el país asimila este nuevo giro judicial, el mundo entero recuerda también la oscura y poco esclarecida historia del vuelo Germanwings 9525, en el que murieron 150 personas por la supuesta decisión deliberada del copiloto Andreas Lubitz de estrellar el avión. Él, como muchos otros dentro de estructuras rígidas, fue presuntamente ignorado cuando pidió ayuda. Fue presionado por una cultura corporativa que aplaude la productividad y calla las señales de advertencia. Su declaración final resuena como un grito en el vacío:
“Espero que esto cambie el sistema que me hizo invisible.”

Aquí, en esta isla caribeña, ¿acaso no estamos viendo lo mismo?

DOS TRAGEDIAS, UN MISMO SILENCIO

¿Estamos ante la consecuencia de una cultura corporativa que prioriza la producción sobre la seguridad?

En ambos casos —el copiloto que fue desestimado y el incendio del Jet Set— hay patrones similares: alertas ignoradas, protocolos burlados, y una velocidad por seguir funcionando, vendiendo, emitiendo. ¿Cuántos reportes de fallas eléctricas o estructurales habían sido ignorados en el Jet Set? ¿Quién firmó sin revisar? ¿Quién calló por miedo a perder su trabajo?

¿Se silencia a los informantes que advierten sobre fallos críticos?

El miedo a hablar —ya sea en una cabina de avión o en un centro de entretenimiento— es uno de los síntomas más letales de un sistema corrupto. Técnicos, empleados, operadores… todos saben algo. Pero callan. Y a veces, cuando intentan hablar, ya es tarde. ¿Es Antonio Espaillat una víctima más de su propio emporio? ¿O fue parte de un engranaje donde los errores eran maquillados en vez de corregidos?

¿Puede una empresa con tanto poder técnico y económico fallar tan gravemente en controles claves?

Sí, y eso es precisamente lo aterrador. No fallan porque no tienen los recursos. Fallan porque no hay voluntad de hacer las cosas bien. Porque lo que cuesta vidas humanas no se ve en los estados financieros. Porque una cultura de impunidad ha normalizado que el poder económico pueda flotar sobre la ley, hasta que una tragedia vuelve imposible el silencio.


Conclusión:

Las tragedias de Germanwings y el Jet Set parecen distantes, pero están unidas por un mismo veneno: el abandono institucional, la deshumanización en entornos laborales, y la falta de responsabilidad real en empresas que concentran poder sin límites.

Hoy, con un empresario radial bajo arresto y una lista de víctimas que aún lloramos, urge preguntarnos:
¿Quién nos cuida del sistema que nos explota?
¿Y cuándo empezaremos a hacer justicia antes de que ocurra la siguiente desgracia?

Fuente: Consciente/TVCrónicas/CRÓNICA FM RADIO

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